Cada vez más los procesos electorales demandan la utilización de instrumentos metodológicos y sistematización de la información para la toma de decisiones. Por la alta competencia electoral que se da en nuestros días, el diseño de la estrategia de campaña requiere la profesionalización de sus mecanismos para alcanzar el objetivo central de la contienda electoral: acceder al poder.
Uno de esos instrumentos fundamentales es la encuesta de opinión política. Sin embargo alrededor de su utilización existen diferentes “mitos” sobre su uso, cito algunos:
· Yo no necesito de ninguna encuesta, conozco muy bien a mis electores y mi territorio.
· La encuesta es muy cara, podríamos mejor gastar en otra cosa. Es un lujo que no me puedo dar.
· A mí lo único que me interesa como candidato es saber qué porcentaje llevo y en qué lugar me encuentro.
· Todas las encuestas con iguales. El que la manda a hacer, ese gana. Así que publiquemos lo que nos interesa.
Desgraciadamente, el uso de la encuesta por parte de los medios de comunicación la ha llevado a ubicarse como una “bola de cristal” cuando su función de ninguna manera es esa. Una encuesta es un elemento de descripción, no de predicción. Una encuesta sirve para describir lo que ocurre en un momento determinado, en un lugar determinado; no sirve para predecir el futuro, sirve para medir el presente. Es un termómetro, no la bola mágica.
Otra contrariedad en la estrategia electoral, se da cuando aparece publicada una encuesta en un medio de comunicación. No puede recurrirse al esbozo de una estrategia partiendo de la utilización de “esta” encuesta. Este tipo de publicaciones, por supuesto responden a intereses particulares o a una maniobra política en específico y la información pudo ser inducida.
En contrapunto, si un candidato manda a publicar una encuesta en un periódico con el fin de manipular la mente de los electores, también está en un error. Explico lo dicho; por un lado, la pregunta sería: ¿quiénes y cuántos leen la prensa? Por el otro lado, los electores que leen la prensa es un sector informado y este tipo de electorado determina su preferencia partidista desde inicios de la campaña y es un electorado poco volátil.
Las encuestas y en sí la investigación, son un elemento “sine qua non” para el esbozo de un plan de campaña exitoso. Una buena investigación tiene como fin disponer de información para la toma de decisiones. Nos permite trazar estrategias hacia grupos de electores específicos, mejor comunicación con los electores, diseño de mapas políticos, conocer el “territorio” de la contienda electoral y diseñar escenarios de ataque y defensa.
Por lo anterior y por el desarrollo de nuevas tecnologías de campaña que responden a elecciones cada vez más competidas, la investigación es hoy el fundamento de las campañas que tienen mayores probabilidades de triunfo.